CÓMO
NOS VENDEN LA MOTO
“Cómo nos venden la moto” no se trata de un libro de marketing o de negocios, es una obra que realiza en principio, un fuerte cuestionamiento a nuestra realidad social y nuestro papel en la democracia actual.
Aún así el marketing es uno
de los temas de análisis, se crítica la manipulación de la información y la
manipulación de las personas a través de este dominio.
La obra se compone de dos
escritos divididos por secciones. El primero del lingüista, filósofo y activista
estadounidense Avram Noam Chomsky y el segundo del periodista español Ignacio
Ramonet. Estos autores, presentan un análisis al papel ejercido por los medios
de comunicación en el control y la limitación de la libertad individual y su
evolución.
Chomsky inicia el libro a
maneta de introducción con una aseveración tajante y sincera sobre la
democracia. Él plantea dos definiciones de ésta, la primera, se trata de
nuestra concepción normal por la democracia:
“En
una sociedad democrática, por un lado, la gente tiene a su alcance los recursos
para participar de manera significativa en gestión de sus asuntos particulares,
y, por otro, los medios de información son libres e imparciales”
Esta definición parece utópica
e irreal en términos de Chomsky que asegura que la visión predominante y actual
de la democracia se contrapone rotundamente a esta visión:
“Una
idea alternativa de democracia es la que no debe permitirse que la gente se
haga cargo de sus propios asuntos, a la vez que los medios de información deben
estar fuerte y rígidamente controlados”
Chomsky argumenta este
planteado a través de sus secciones siguientes.
En su primera división “Primeros
apuntes históricos de la propaganda” Chomsky nos muestra el poder de los medios
a través de su arma más efectiva: la propaganda. Relata cómo el poder ha
utilizado esta arma letal para lograr sus cometidos.
Chomsky rememora la primera
operación propagandística de un gobierno democrático, que llevó a los Estados Unidos a involucrarse en
la 1ª Guerra Mundial durante el mandato del presidente Wilson, con el apoyo de
una población que meses atrás estaría en contra del conflicto.
Esta manipulación de la
información se logró gracias a un círculo de intelectuales que conscientemente
transmitían la desinformación deseada. Este grupo es a lo Walter Lippman (de
quien Chomsky toma algunas ideas en su segunda división), “Clase
especializada”, y a la cual da el deber de dirigir y controlar a un “"rebaño
desconcertado", que son el resto y
mayoría de la población y que ocupan el único papel de espectadores en la
sociedad
Chomsky relata que esto se
debe gracias a un principio moral (cuestionable) que nace con la incapacidad de
la mayoría para tomar decisiones acertadas, Y por tanto se debe" domesticar
al rebaño" a través de medios de comunicación, escuela y cultura.
Es en este punto donde el
autor señala el gran papel de la industria de las relaciones públicas en el
control de la opinión pública. Un caso probatorio, según lo señala el autor,
ocurrió en los años 30, cuando se logró neutralizar las acciones
reivindicativas de los sindicatos a través de campañas propagandísticas que
colocaron a la población en su contra, a través de eslóganes "pro-americanos".
El autor señala que estos eslóganes no tienen fundamento racional, pero que
precisamente es por ello que funcionan, su papel no es de convencer a entes
racionales, es de manipular al “rebaño” a decir simplemente “si”. Es decir, el
único interés, (y de ahí radica su poder) con la propaganda es la de fabricar
la opinión estimulando el consenso de ideas que favorecen sólo a clase
especializada.
Así incluso las personas
aceptan acciones que rechazarían si no hubiese intervenido la propaganda. Esto
es más fácil de aceptar gracias a la “reconstrucción histórica” que se hace del
pasado que permite presentar al público cuadros falseados de la realidad. Como
prueba de ello podríamos analizar las opiniones populares acerca de los
conflictos armados, la política, el terrorismo...
Sin embargo, tal como revela
el autor, a partir de la década de los 60, los movimientos contestatarios crecen
y ejercen un "efecto civilizador" en la opinión pública, sobretodo en
la americana, Lo que representa un gran riesgo para la imposición de modos de
pensar homogéneos. Es por esto que los gobernantes buscan enemigos que fomenten
el miedo y desvíen la atención de los problemas reales. Chomsky cita a Alemanes,
rusos, vietnamitas, árabes… como personajes que han cumplido esta función.
En especial el autor subraya
el caso de la Guerra del Golfo, donde la
manipulación mediática, permitió pasar de un apoyo firme a Saddam Hussein a una
declaración de guerra enmudeciendo las voces críticas de la oposición
democrática en Irak e incluso, cerrando las puertas de la vía negociadora en contra
de la opinión mayoritaria.
La segunda parte “Pensamiento
único y nuevos amos del mundo” le corresponde a Ramonet que al igual que
Chomsky articula su obra en apartados.
Ramonet afirma que el cambio
en el sistema de poderes es un hecho gracias a la explosión de los mercados
financieros y las redes de información.
Asegura que esto se
evidencia en la primacía económica sobre las cuestiones políticas, en el
mercado y la competencia como mecanismo regulador, el libre intercambio y la
mundialización, así como en la división internacional del trabajo, y la
privatización. Que constituyen las “fuerzas económicas” apoyadas por elementos
académicos y de investigación, que implantan un pensamiento único. Lo que el
autor define como "la traducción a términos ideológicos de pretensión
universal de los intereses de un conjunto de fuerzas económicas".
Esto es claramente
evidenciado si se analiza el poder de los sectores financieros privados sobre
el poder de los gobiernos.
Con este nuevo poder en
desarrollo surgen nuevas formas de control social. En este apartado Ramonet
apoya la idea postulada por Chomsky: “La propaganda es a la democracia lo que
la cachiporra al estado totalitarista”. Ramonet
asegura que esta “cachiporra” es la propaganda, traducida en los medíos
de comunicación de masas que por su alcance mundial y su capacidad de influir
en la opinión pública hacen que el autor se pregunte si esta concentración de
poder limitará la libertad individual
Por ello Ramonet revisa el
fenómeno televisivo de la influencia de los medios de comunicación de masas a
través del análisis de la relación del grado de violencia presente en la
programación infantil y juvenil con las actitudes violentas de los niños y
jóvenes, aportando numerosos ejemplos que indican que ambos están íntimamente
relacionados.
Por eso el autor señala dos
puntos importantes en el proceso de nuestra manipulación, el primero se trata
de la persuasión invisible. En ella el autor resalta como técnicas de
persuasión la publicidad que estudia
nuestros puntos sensibles; y los sondeos y el marketing que forzan a los
indecisos a alinearse con la mayoría a través de perfiles medios que marcan el
criterio de normalidad
El segundo punto es la Coacción
y vigilancia. Donde se pone en entredicho nuestra libertad gracias a las nuevas
tecnologías que ofrecen a las empresas una cantidad ingente de información
sobre nuestras actividades cotidianas, realizándonos un seguimiento continuo
Ramonet también habla de una
crisis de la prensa escrita gracias al creciente número de ciudadanos que
priman la imagen en vivo sobre la profundidad, es decir, pasan de intentar
comprender a simplemente ver.
Lo que genera una crisis en
la función informativa de los medios en contraposición del auge de la función
distractora. Esto sumado a la concentración de poder en pocas multinacionales
de la comunicación y la consideración de la información como mercancía, lleva
al riesgo de perder sus misiones fundamentales: iluminar y enriquecer el debate
democrático.
Con lo anterior, se
demuestra la importancia de los planteamientos de Chomsky y Ramonet encerrados
en este libro. La “moto” que nos pretenden vender no es un vehículo, sino un
consenso en pro de la primacía de una clase oligárquica, a la cual debemos
enfrentar, exaltando el conocimiento antes que la entretención y estimulando el
pensamiento crítico antes que el pasivo.